Rules of Attraction
Creación literaria de Joanna Koleva en La Vie en Opulence
Cuán escalofriante es pensar en el hecho de que una relación tiene dos finales -o te casás, o te separás. Históricamente hablando, incluso los más notorios amantes desde Luis XIV hasta Antonio Banderas no han terminado demasiadas veces completamente frustrados por los desafortunados terrenos del amor. En mi modesta opinión, el problema con el amor no tiene nada que ver con lo visible, sino con las percepciones. La razón por la que terminamos lastimados al final es porque está en nuestra naturaleza humana ser diferentes e individuales en primer lugar, por ello cada uno tiene sus propias ideas y percepciones del amor y cuando estas se rompen, bueno, nuestras almas se hacen añicos con los primeros rayos matutinos del sol.
Bueno, considerando todo eso, ¿Qué está mal con los sueños? Yo he sido bastante bendecida con atención masculina (y femenina, pero no viene al caso) a lo largo de mi vida y he visto un vasto despliegue de personalidades, con las que he soportado mucha felicidad y dolor y no ha sido tan recientemente que he sobrevenido otro increíble aspecto más acerca del amor-decepción. Tal vez es el shock cultural que me golpeó en Londres en términos de mentalidad masculina, pero quien sea que veo, quien sea que conozco, parece que no puedo encontrar algo suficientemente especial para mí como para atarme sinceramente a esa persona, y he tenido suficiente dolor en el pasado en términos de relaciones, como para definitivamente no embarcarme en otro mediocre idilio. Recientemente leí una frase muy maravillosa que he estado diciéndole a mi confundida y amable mejor amiga -"Hay demasiadas cosas mediocres en la vida. El amor no debería ser una de ellas". Cuán difícil es encontrar alguien excitante, pero no demasiado problemático para mimarlo con todo tu alma y ser. Mi mejor amiga Zeynep tenía razón al decir que mujeres fuertes como nosotras merecemos algo especial, no sólo un chico promedio para relajarnos con él y hacernos viejas bebiendo té y viviendo esta vida triste y aburrida. Pero allí viene la pregunta -¿qué ocurre cuando en el camino de la búsqueda de emoción tropezás con la realización de que los hombres que no son ordinarios se ven o intimidados por tu fuerte presencia y no pueden simplemente quedarse con alguien más inteligente que ellos, o son alguien con una vibra infantil y perdieron la habilidad de sentar cabeza?
Sin hacerte pasar más por esta divagación ilógica, ahora te introduciré en mi vida personal pasada por un breve momento y trataré de llegar lo antes posible al punto. Hubo tres hombres en mi vida con los que estuve cerca de llegar a la parte del matrimonio, pero algo siempre faltaba y pienso que nunca me figuraré lo que era. Mi primer amor, como toda chica adolescente delirante, fue mi mejor amigo. Tal vez porque estaba asustada de admitirlo tan largamente, nunca tuve esta charla con él. Solíamos hacer todo juntos, él prácticamente me educó y me enseñó cómo comportarme y cómo no, me mentó como el padre que jamás tuve y me amó incondicionalmente. Aún hoy creo que nunca amaré a nadie más de lo que lo amé a él pero algo faltaba -la sexualidad, la vibra que los típicos amantes tenían. Luego, vino el ligeramente mayor que yo; hombre más loco que cualquier barrera imaginable que me hizo hacer cosas de las que desearía poder arrepentirme, pero la verdad es, que me dio exactamente la nota excitante que necesitaba en ese tiempo. Crecí con él, probé sustancias que nunca hubiese pensado que podría, jugué juegos que pensé que nunca existieron, hablé palabras que mi boca nunca antes había hablado, Señor, incluso le escribí una canción. De todos modos, nunca hubiésemos sobrevivido, porque él carecía de la estabilidad que yo necesitaba. El tercer príncipe, era de hecho un príncipe, sobre cuyos brazos yo era cargada de un lado a otro en cada lugar al que fui, era cuidada como una especie extincta de dinosaurio. Pero yo misma carecía de libertad para expresar lo que pensaba, vestir lo que yo quería; salir sin contarle a dónde iba a estar ni siquiera era algo plausible de discusión, hubiese puesto en riesgo mi vida si lo hubiese hecho. Él no me dio lo que los hombres previos me dieron -la emoción. Entre esos, había tenido una serie de desafortunados e irrelevantes y desilusionantes, y para ser honesta, aburridas experiencias con el amor que simplemente no vale la pena mencionar. Mi punto era que incluso la persona más especial puede siempre carecer de algo crucial, y que ese algo puede ser lo que justamente en ese momento deseás. En este aspecto, el amor puede nuevamente ser algo muy confuso, que todo lo consume e imposible de sostener por largo tiempo.
Aunque la tristeza no puede ser esquivada, continuaré de todos modos siendo la desesperanzada romántica que siempre he sido y esperaré por la persona que sacrifique lo suficiente, para que yo sea capaz de decir -"De verdad podría considerar pasar mi vida con vos." Hasta entonces, soñaré sobre emoción, pasión, sexualidad, estabilidad y devoción, separadamente o no, y te recomiendo que hagas lo mismo. No culpo a los hombres de mi vida, como mencioné en el principio, no es un asunto de quién sos, es cuál es tu percepción de lo que es el amor, y cuándo no coincide con la de tu media naranja, simplemente no sucede. La magia está donde dos ideas se funden en una. Y lo que sea que me esté esperando en el camino, me mantendré manejando y algún día seré capaz de finalizar mis pensamientos como Frederic Beigbeder lo hizo; al principio -diciendo que el amor eventualmente muere, al final- descubrir que esto es simplemente palabrería y milagros... bueno, sucede. Después de todo, de acuerdo con la tecnología para monitorear los corazones que usan en los hospitales, estamos vivos en tanto haya subidas y bajadas. Y así es el amor.
Con amor siempre,
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