martes, 25 de septiembre de 2018

CHIMANGO

CHIMANGO

2006


Dejar de ser quien soy.
Volar a otro país, otra área.
Dejar atrás mi familia, mi legado.
Otras costumbres, otro idioma.

Ser un ave libre en el cielo;
No una paloma (feas, incomprensibles, extranjeras),
No un bello hornero (nacional, delicado).
Un chimango:
Ese nombre comunardo y desagradable,
Tan poco valorado, estudiado,
Tan poco entendido.

Nadie se detiene a observar
Un simple chimango.
Tan hábil para cazar
Su propio alimento.
Un chimango que se para a observar
Desde un alambrado
El campo, para divisar una presa.

jueves, 12 de julio de 2018

El efecto Golem






"Ciertamente, el Efecto Pigmalión describe la forma en que las creencias que una persona tiene sobre otra pueden influir en el rendimiento de ésta. Es decir, si un empleado recibe la continua aceptación de su jefe es muy probable que su rendimiento se oriente hacia el alto desempeño. Un empleado bien conceptuado por los niveles jerárquicos superiores se compromete más, se vuelve más responsable, proactivo, eficiente, etc.
Por el contrario, un empleado menospreciado tiende a disminuir su compromiso con el trabajo que ejecuta. Este último fenómeno es conocido como Efecto Golem, el cual describe el proceso por medio del cual los seres humanos tendemos a plasmar en la realidad las expectativas negativas que nos atribuyen los demás."



   ¡Hola colegas! Para darles un empujoncito a todos aquellos que laboralmente pasan dificultades, quise compartirles este fragmento de algo que encontré en internet. Durante muchos años he trabajado en la traducción de dos libros para ayudar a mi padre que desde joven trabajó asociado al rubro industrial y que luego de incontables decepciones laborales se dio por vencido para dedicarse a vivir deprimido en mi casa y mantenido por mi madre que tomó a su cargo toda la sustentación de la familia y aún lo hace, en Argentina. Uno de esos libros habla de los adultos irresponsables y se titularía en español algo así como "El síndrome de Peter Pan: Hombres que nunca crecieron". El otro se titularía en español algo así como "Cómo piensa un hombre". Desde hace mucho tiempo me pareció una combinación genial, porque uno le ayudaría a superar su infantilidad y el otro a desarrollar su éxito como un adulto.
   Desde que llegué a Chile, he pasado por varias etapas, y la principal y la más grande y abarcativa ha sido la de ganar una cantidad de dinero más grande que la que jamás había generado antes y aprender a gestionarlo; aprender a invertir, a decidir sobre el costo de muchos objetos y bienes consumibles y demostrar esto a los demás.
   Como independiente y responsable de mi propio emprendimiento, esto ha sido de suma importancia para generar y retener clientes y ser recomendado.
   En definitiva, que mi vida en este país, en cuanto a lo laboral se ha dividido entre el emprendedurismo de llevar adelante mi propia empresa unipersonal y el de ser empleado por otros profesionales del rubro. Y que por fallar en el momento de mantenerme en movimiento y generar ingresos o por realizar trabajos por menor monto al que era necesario, he caído en la necesidad de ser empleado. Y que esto segundo ha sido bueno para continuar generando experiencia, pero no me ha generado ningún fruto más que enseñarme la necesidad de dejar de ser empleado. ¿Por qué? Por lo que he comentado más arriba (que no es casualidad) sobre mi padre... La mayoría de personas en este rubro se comportan como niños, no tienen gran educación e ignoran de todo lo que requieren mentalmente para lograr un verdadero éxito. Eso sumado a la extrema competitivad y el egocentrismo, es una combinación explosiva. Y eso es lo que ocurre, al empleado lo explotan. Y que lo explotan, quiere decir que lo destruyen; como persona lo reducen al mínimo y lo deshaucian, haciéndole creer que es inútil, inservible y sin capacidad de crecer. Lo reducen al servilismo, destruyen sus sueños e ilusiones uno a uno y lo convencen de que su única finalidad es levantarse al día siguiente para volver a trabajar como empleado. Si no obedece a estos contraestímulos, lo castigan. ¿Cómo? Fácil, con dinero. Sin dinero la persona pasa hambre, se le generan problemas de diferente índole, desde la clandestinidad de sus acciones hasta discusiones familiares, sin dinero la persona no accede a la cultura, no sale de su burbuja laboral, se mantiene adormecido, no conoce nada nuevo y comienza a mirar con recelo a todo el que vive una realidad diferente de él; piensa que el dinero es algo prohibido, que la riqueza es algo malvado y que todo el que tiene riqueza es malvadao también... Lo acorralan, lo aíslan, lo dejan solo y abandonado por todas las personas que alguna vez lo apoyaron, que ya no quieren saber sus penas ni compartirlas. Y así, el empleador lo convence de que él es el único que lo sostiene y lo alienta y que por ello le debe lealtad y agradecimiento. Y así continúa usándolo... Una verdadera reducción a la servidumbre.
   Recuerden, su mente es como un taller lleno de fierros, y ustedes pueden construir miles de cosas servibles y bellas con ellos. Pero si los descuidan, el óxido va a apoderarse de esos fierros y destruirlos. Y con el tiempo ya nada podrá hacerse de ellos. Recuerden esto y ténganlo en cuenta: Por más confianza que se tengan y bien que hagan las cosas, otra persona que constantemente luche por convencerlos de lo mal que las hacen, terminará por destruir toda su confianza e incrementar sus errores y sus fallas, hasta que esos mismos errores y fallas los destruyan a ustedes. No duden en salir de allí donde los maltraten. No se queden junto a personas que hablen mal de sus capacidades y los juzguen constantemente. Nada tienen que hacer ahí donde no los valoren. Sigan en otro lugar, busquen personas razonables, no teman pasar necesidad. La necesidad no es mala, pero venderla a cambio de unas monedas sí lo es.
   He visto caer en esta servidumbre a personas de todas las edades, de todas las educaciones, de todas las pudencias. No se engañen. La única verdad es confiar en ustedes y allí donde duden de la manera en que los traten, salgan de ahí lo antes posible.

jueves, 29 de marzo de 2018

EJERCICIOS PARA DESARROLLAR EL INGENIO DEL SOLDADOR


Lunes, 5 de Marzo de 2.018
Por la mañana
Av. Las Torres 6092, Peñalolén, Santiago de Chile
Revisado y ampliado 07/03/2018 20:00hs


Ejercicios para desarrollar el ingenio del soldador

Experimento literario


Primer supuesto:
Tres maestros trabajan juntos en la fabricación de una estructura; uno de ellos mide y marca los cortes en los perfiles; el segundo, efectivamente los corta; el tercero arma en posición auxiliado por los dos anteriores y suelda.
Si todos se equivocan, ¿La estructura sigue la forma del plano?
Si cada uno hace todo bien, ¿Nadie se queja?

Segundo supuesto:
Si el soldador está escribiendo en su mente este experimento literario, y allí lo conserva a la espera de materializarlo en la escritura, ¿Qué tal le salen los cordones de soldadura mientras guarda el  experimento literario en su memoria, deseoso de escribirlo?

Tercer supuesto:
Si el maestro que corta el material, corta el perfil unos tres milímetros más corto que la distancia del espacio que ocupa, ¿El soldador deja un buen cordón en ese espacio? Y, si apura la faena, y en vez de hacer varios cordones de relleno, hace uno solo, hace chorrear el material, tira hacia las afueras para acumular material fundido que arrastra hacia la abertura, y no corta el arco ni da tiempo de enfriarse el material adyacente al rojo para terminar más rápido la tarea, ¿Su relleno acaba teniendo una estética agradable a la vista?
Y ¿Cuál es el porcentual de tiempo mayor que ocupa la tarea de soldadura con respecto al supuesto de que el corte hubiese sido exacto?

Cuarto supuesto:
El soldador es humano y se equivoca. El cortador es humano y se equivoca. El trazador es humano y se equivoca.
Los jefes y clientes son humanos. ¿Se equivocan?

Quinto supuesto:
El relleno deja un agujero. Y el relleno del agujero, entre la escoria sin limpiar, es circular. El relleno es como una laguna. Como una laguna de lava hirviente.

Sexto supuesto:
Cuando los compañeros que trabajan juntos se equivocan, si uno se equivoca para más, y el otro se equivoca para menos, los errores entre sí se compensan. ¿Será así?

Séptimo supuesto:
Cuando el soldador presta atención a todos estos detalles y muchos más aquí tácitos, y los medita con tiempo guardándolos en su mente y revisándolos con asiduidad, indefectiblemente, el soldador agudiza su ingenio. ¿O el soldador se distrae?

Octavo supuesto:
Cuentan tanto las palabras y las explicaciones del soldador, como su ingenio y su habilidad. Todo esto va de la mano.

miércoles, 28 de marzo de 2018

Le torcí el brazo a mi destino

Marzo de 2018
Las Torres 6092, Peñalolen, Stgo. De Chile




Le torcí el brazo a mi destino


E
A Ángeles Alvarez




n este instante de mi vida me encuentro en el lugar donde debo estar, solo, rodeado de gente que aparece y desaparece; conozco constantemente gente nueva y no me aferro ni a las personas ni a lo material, que no quiere decir que no cuide lo poco que tengo.
Todo se ha vuelto positivo para mí, si hay una dificultad, rápidamente la combato, la ataco con fortaleza y la venzo con resolución.
Obtengo cada vez más y lo bueno fluye hacia mí. Finalmente he atraído lo que esperaba. Huyo de las personas negativas. Doy la espalda al que me traiciona. No tengo compasión con quien me engaña y ya no torturo mi mente intentando comprender a aquellos que con sus tribulaciones me atacan o me lastiman.
Todo lo que me espera es bueno. Sé que vendrán grandes cosas para mí y que llegarán buenos premios por mantener mi positividad. Estoy seguro de que riquezas me serán dadas, que me llegará cariño y me veré rodeado de buenas y amorosas personas.
Esto está sucediendo. Es ahora, es un camino.
Tengo la seguridad de que llegarán cosas aún mejores. Mucho mejores. De que tendré más sueños y que los cumpliré.
Mi destino era fallar. Mi constante era el fracaso. El error era mi enemigo más temido. Todo me empujaba al abismo, a la caída, al despropósito y la falencia.
Yo le torcí el brazo a mi destino. Tomé mi vida y la hice mía. Trabajando con mis manos, dirigiéndome con mi mente. Obedeciendo mi corazón, fortaleciendo mi espíritu. Yo le torcí el brazo a mi destino.
Tuve años muy oscuros en mi vida. Me enceguecieron las drogas; me vencieron los explotadores laborales; me vi sin un destino claro, sin familia, lleno de dolor, perdiendo amigos, traicionado por aquellos en que más confiaba. Vi a los que decían que me querían pifiarla una vez tras otra desobedeciendo mis pedidos de ayuda, creyendo que yo estaba confundido, haciendo cosas muy extrañas a las que yo pedía para ayudarme, y con ello perjudicándome en lugar de beneficiarme. Sin embargo, todos estos perjuicios fueron momentáneos, pasajeros. Con el pasar del tiempo me hice fuerte.
Me lancé a la fe, me decidí a darlo todo en el gimnasio. Me tomé por mi única y más preciada posesión; entendí que podrían quitarme todo menos mi cuerpo, mis ideas, mi dignidad personal.
Me acordé muchas veces del viejo Tony de la Guardia Imperial, que siempre visitaba el hostel Open Bayres en donde comencé el giro radical que le di a mi vida.
Sí, señores, con orgullo digo: Yo le torcí el brazo a mi destino. El viejo Tony me repetía que yo iba a salir adelante el día que deje de culpar a los demás por lo que me sucedía y decidiera que yo era el culpable de todo ello. Y así hice.
No fue fácil, aceptar que todo, todo, lo que me sucedía era porque yo lo hacía o porque lo aceptaba. No fue fácil decir que no. No fue fácil hacer sentir el rechazo a los demás, ni soportar la culpa. No fue fácil aceptarme débil ni levantar todas esas cargas de kilos en el gimnasio hasta el cansancio. Tuve que aceptar el dolor como algo muy íntimo. Tuve que combatir el fracaso, la procrastinación, la derrota y el temor.
Éste último fue muy difícil y aún hoy me detiene. El temor es un sentimiento que si bien está fundado en nuestra integridad, que nos aleja de la estupidez, que nos evita cometer actos temerarios que terminarían hiriéndonos, también nos impide muchas veces tomar riesgos innecesarios pero que resultarían en nuestro enriquecimiento.
Ya lo he escrito antes. Me tocó perder. Y aprendí a perder. Primero hay que aprender a perder. Eso es fácil. Uno se acostumbra. Deja de pelear contra lo que le sucede y acepta su debilidad, comprende que no todo está siempre en sus manos. Pero luego toca aprender a ganar.
Aprender a ganar, eso sí que es duro. Es difícil, muy difícil, dejar a los demás atrás, seguir solo, despegar. Es complicado sentir que uno está en la cresta de la ola, que está solo, y que si mira atrás y se distrae, tal vez se puede caer y volver a la lona. Es muy duro mantenerse ganador y tener que mirar el fracaso con desprecio; el mismo fracaso que lo trajo a uno hasta aquí, pero que si aquí quiere mantenerse, en el sitio de los ganadores, tiene que necesariamente mirar con desprecio.
Esta dualidad amor-odio, es de lo más difícil de superar. Qué difícil es vivir más allá del lenguaje, más allá de los comentarios de los demás… Qué difícil respetar al otro y dejarlo dar su opinión, su punto de vista, su  consejo sobre uno o lo que le sucede, y asentir respetuosamente mientras por dentro me digo: Pobre santo, qué poco entiende, cómo se equivoca.
Con mucho esfuerzo… Con esfuerzo pasado y con esfuerzo diario, aprendí a tenerle el brazo doblado a mi destino. Yo sé que quiere hacerme retroceder y devolverme al curso que me arrastraba, pero con alegría y como dijo Tony, yo tomé las riendas de mi vida. Yo le torcí el brazo a mi destino.
Me hice una disciplina, la disciplina diaria de vivir así, de mirar atrás y saber de donde vengo, que allí no quiero volver, de amar la manera en que viví pero abrazar con fuerza esta otra que elegí y que también amo. Todo es uno y vuelve a uno. No hay que olvidarlo ni darlo por sabido. Hay que vivirlo como un recuerdo constante.
Esta disciplina, esta fortaleza, es la fuente de mi felicidad y el tesoro más preciado que tengo y que me atrae todo lo bueno que me llega y me consigo hoy en día. Ya no temo perder ni temo ganar. No queda mucho detrás de todo esto, sino algunas amarguras pasajeras y una felicidad genuina.
El ojo crítico fue vencido, es cosa del fracaso y de la pérdida. Es parte de todo este conjunto que es vivir con el destino en la mano y su brazo torcido.
Está bien que pueda ser débil, lo acepto, que pueda volver a perder, lo acepto. Pero ya nunca nadie ni nada me quitará el conocimiento de lo que es ganar. Ya no estaré dominado por el sabor amargo de la derrota, sino que me dejaré llevar por el dulce aroma del triunfo.
Nuevamente tengo que decir, porque esto lo hago palabras para que todos ustedes que puedan leerlo se gocen en ello, que esta disciplina de tenerle el brazo torcido al destino no tiene nada que ver con la dualidad amor-odio que domina la mente del occidente y nuestro lenguaje tan limitado. Al final, y eso es lo importante, todo esto hace uno. Y uno es todo. Y todo es este vivir con el destino en la mano y su brazo torcido.
Qué felicidad de conocer el triunfo, de poder tener las riendas de mi vida en la mano y de  conocer y amar, de no olvidar y de poder compartir estas palabras. Qué felicidad de poder decir: Yo le torcí el brazo a mi destino.

Matías Pablo Echevarría