domingo, 26 de noviembre de 2017

Silencio de los tiempos difíciles

Silencio de los tiempos difíciles


Quiero huir
y no sé a dónde

Quiero amar
y no sé a quién

Quiero cambiar mi vida
y no sé cómo

Me siento un extraño conmigo mismo
y no sé por qué

sábado, 21 de octubre de 2017

Surfeando las olas de Santiago

Pasando los días
Y las noches y el trabajo
Voy surfeando los días y los meses

Aquí en Santiago.

Navego en mi tabla de ilusiones
Con mis sueños
Y mis expectativas

Buenas y
Malas ondas

Como una cuchillada
Que parte mi cabeza
O una bendición
Que enriquece mi inventario de herramientas

Surfeando las olas de Santiago
Temo a los tiburones
Del asfalto

Y remo y remo... Y remo...
Yo la remo hasta el final
Surfeando las olas de Santiago
Me encuentro personajes parecidos a mí
Y otros no tanto

Con los Andes al Oriente
Aquí en Santiago
Trabajo y trabajo y no me canso

Santiago casa eterna
Santiago que me esperaste
Y me recibiste como si siempre fui tuyo

¡Hola Santiago, aquí estoy reconstruyéndote!
Santiago de mi corazón, con tus calles superpobladas

Aquí en Santiago me encontré
Vendí, compré, trabajé
Y aquí sigo dándolo todo

Santiago que me quieres retener
Y te abandonaré, tanto lo lamento
Pero a ti siempre volveré

Santiago, te ganaste un lugar tibio en mi corazón

Estas olas son tan divertidas
Y tus crestas están tan altas
Pero su espuma ni me amenaza

Ya no le temo al remolino
Bajo el nivel de la superficie

Aquí no hay rocas
No golpearé mi cabeza bajo tus olas

Es tan placentero deslizarme en mi tabla imaginaria
Que tú me trajiste
Aquí me esperaba

Para surfear estas olas urbanas
Tan locas, tan llenas de vida

¡Soy tan feliz surfeando tus olas
Santiago de mi corazón!

lunes, 9 de octubre de 2017

Oda al poeta obrero

Poeta
A ti te hablo poeta

Poeta carasucia
Poeta de las manos curtidas

Óyeme poeta
Sabes que las letras son tu patria

Tú sabes, poeta
Que en las palabras se esconde tu gracia

Tú que trabajas día y noche
Que en las mañanas vuelves
A la cama a seguir soñando

Óyeme poeta en el andamio
Poeta sufrido, poeta regio

¿Qué quieres demostrar poeta?
¿Acaso que eres un hombre?

Poeta que renunciaste al amor
Poeta solo, sin mujer ni musa
Óyeme tú, poeta de las manos curtidas
Poeta rudo, poeta duro, poeta de espalda ensanchada

Cuanto músculo rígido
Para guardar un corazón tan blando

Óyeme, poeta
¡No te rindas!

Poeta no dejes morir las poesías en tu mente
No las encierres en tu placer personal

Poeta reprimiendo frases ingeniosas
Trabajando sobre un andamio
Óyeme poeta obrero
Poeta ejercitado de mente y cuerpo

Poeta no te rindas
Que hay un mundo tuyo
Hay un mundo que te espera para que lo hagas tuyo

Este es un canto a tu encanto
Ya has conquistado esta vida, poeta

Y la que te espera

Tú que estás en una fábrica
Que tu mente es una fábrica
Que tantas frases ingeniosas fabricas

¿Qué te hizo tan duro?
¿Por qué decidiste esforzarte tanto?

Poeta, saliste adelante
Poeta, la poesía te hizo fuerte
Tu corazón blando implacable, prístino, transparente

Tus amigos la música y las palabras
Se apoderaron de tus manos
Las hicieron herramientas de creación

Y ahí estás en la obra creando, construyendo
Que este mundo reclama creación
Para contrarrestar tanto que se destruye

Poeta que eres sólo un hombre
¡Qué hombre, eres más que un simple hombre!

Poeta, gran hombre, gran persona
No te dejes ganar por el olvido

En tus manos la poesía floreció
La creación floreció
Y te hiciste grande


Óyeme poeta obrero
Tú no eres sólo un poeta

¡Eres un hombre!
Hijo de tu Dios creador

Dios te ama, poeta obrero

Haz tu obra de construcción y palabras
No dejes de hacer fluir las frases

Si esa es al fin tu obra
No la clausures

Porque en el mundo eres libre
Construye el pensamiento y las personas

¡Este mundo te ama y no te suelta
Poeta obrero!

jueves, 14 de septiembre de 2017

Lágrimas de terror

Jueves, 14 de Septiembre de 2.017
Santiago de Chile, Comuna de Puente Alto
Las Nieves Oriente 3897 (Casa de Lala)
00:41 am

Es tarde y mañana tengo que trabajar. Ya debería haberme acostado. A las siete de la mañana tengo que levantarme. A las ocho debería estar en mi trabajo en Vitacura. Estoy llegando todos los días treinta a cincuenta minutos tarde... Y sin embargo, Raúl pacientemente me repite día tras día que tengo que llegar temprano pero lo tolera.
Estoy escuchando la música de mi amigo Juan Pablo Rodríguez. La puta que es groso el gordo. Su música me llega al alma. Siento que me acompaña.
Hace un rato hablé con mi abuela. Y me contó noticias muy duras sobre la salud de mi abuelo.
Todos los que me conocen saben que mi abuelo es mi héroe. Que es mi ídolo en la vida. Y yo tantas veces he pensado lo duro que sería para mí que se vaya de este mundo. -Todavía no -me digo. Yo no quiero ver a mi abuelo partir. Por lo menos no siendo tan joven. ¿Qué haría sin este hombre en mi vida?
Mi abuela me contó hace un rato que mi abuelo tiene aparentemente algo parecido a una cardiopatía. No sé... Yo no soy médico... No entiendo mucho de estos términos... Pero aparentemente su corazón se para durante algunos segundos. En ocasiones, de día o al dormir, su corazón se detiene algunos segundos. ¡Qué noticia más dura, por favor!
Siento un gran dolor. Estoy llorando. ¿Por qué suceden estas cosas en mi vida? ¿Por qué tengo que trabajar?
Enterarse de cosas como estas es algo muy doloroso. No sé qué pensar. Dice mi abuela que van a ponerle un marcapasos. Y con eso va a estar bien.
Pero tiene puesta una sonda para orinar. Y tiene un tumor (aparentemente benigno) en la próstata. Y lo van a operar pronto. ¿Cómo no me voy a preocupar? Esta parece una de esas situaciones en las que está sucediendo algo muy grave y todos intentan minimizarlo.
Me doy cuenta de que están todos tan asustados como yo.
Mi abuelo ha sido una persona muy fuerte en la vida. Y de repente encontrarlo en una situación como esta, asusta. Asusta mucho. Porque todos sabemos que la fortaleza se acaba. Y que los hombres fuertes de golpe explotan. Y todo sucede de pronto, igual que como se expresa su fuerza en un arranque; de pronto.
Mi abuelo ha tenido una vida tan intensa y tan profunda... No sé qué pensar... Tengo mucho miedo. Quiero rezar. Pero no sé por qué razón me pongo a escribir.
Estoy escribiendo porque quiero darle fuerzas a mi abuelo.
-Abuelo, te estoy hablando. Estoy en otro país, abuelo. Hace poco estuviste acá de visita conmigo. ¡Abuelo, no te rindas! Yo te vi fuerte, abuelo. Nada va a poder con vos. ¡Abuelo sos un titán! ¡Sé fuerte! Abuelo mío, te amo. No nos dejes abuelo. Quedate con nosotros. Te queda mucho por ver. Aún tenés mucho para viajar. Yo voy a llevarte a muchos lugares. Te lo prometo, abuelo. Espero que esta caricia de amor te llegue a lo más profundo de tu corazón. Que no va a volver a pararse. Yo así lo quiero. Y así va a ser. Dios así lo va a querer, abuelo mío. Mi ídolo. Mi único héroe. No vas a ser vencido, abuelo. Yo te amo.
Y aunque siento mucho dolor... Mucho miedo... Yo sé que voy a ser fuerte con la fortaleza que mi abuelo me enseñó; con la fuerza que él mismo me traspasó.
Y voy a hacer lo que tengo que hacer. Voy a trabajar. Voy a trabajar mucho. Y voy a ganar mucha plata. Y voy a encontrar mucha gente que me apoye. Y así voy a cumplir mis sueños. Y los voy a cumplir rápido. Y voy a ir a viajar con mi abuelo. Y yo voy a pagar. Yo sé que es cierto. Y sé que puedo...
En la obra trabajo todo lo que puedo. Me doy entero. A Dios le entrego mi vida haciéndome un trabajador honrado, olvidando mis preocupaciones y mis anhelos para rendir al todo lo que puedo en mis labores. Ya no tengo miedo. Yo sé que puedo más.
Yo sé que puedo. Por mi abuelo. Por mi hermano. Por la familia que voy a formar. Por el hombre que soy y que quiero ser. Por el padre de familia que quiero llegar a ser. No voy a bajar los brazos. Voy a resistir. Una siesta al mediodía tumbado en el suelo luego del almuerzo y a continuar.
Tengo que trabajar, tengo que ganar dinero. Mi situación legal se va a solucionar. Me van a dar la visa de residencia temporaria. Voy a poder tener mi cuenta de banco. Voy a conseguir anotar bienes a mi nombre. Voy a poder, yo puedo. Soy un hombre. Tengo veintisiete años. No tengo tiempo para perder. No puedo bajar los brazos. No me puedo rendir. No puedo cansarme. No tengo derecho a ese lujo. Tengo que comer y descansar lo necesario. Yo sé lo que debo hacer. No me voy a rendir. Mi abuelo va a salir adelante. Yo voy a salir adelante. Dios me va a apoyar.
Y a todos ustedes los aliento. Tengan fuerza. Sean gladiadores en esta vida. Salgan a la arena a matar o morir. Den su vida. Arriésguense; tal como me arriesgo yo. No tengan miedo; yo estoy lleno de terror.
Este miedo no me va a vencer. Voy a ser fuerte. Mi terror se va a desvanecer. Mi abuelo va a vivir. Mucho más. Muchos años más va a vivir mi abuelo. Y yo aún mucho voy a compartir con él. Y mucho vamos a viajar por el mundo.
¡Fuerza, abuelo, yo te amo, y sos un héroe!

domingo, 10 de septiembre de 2017

lunes, 8 de mayo de 2017

Mi pequeñez ante la tecnología

Santiago de Chile, Providencia
Rey Cristian 3908
Lunes, 8 de Mayo de 2.017, 23:30 hs.

MI PEQUEÑEZ ANTE LA TECNOLOGÍA


Tratando de comprender la tecnología, las máquinas. Todas funcionan mal. Tienen demasiadas fallas. Y uno pendiente de ellas. No se puede depender de estas máquinas, de las computadoras, los vehículos, los celulares... Es en vano.
Al final, es lo que siempre supe. Lo importante somos las personas. Ni siquiera lo que hacemos. Lograr una gran obra, construir un objeto, materializar el intelecto... Todo eso es nada, es pura vanidad. De verdad lo que importa es cómo nos construimos. Las personas a las que nos aferramos, las que soltamos, cómo nos construimos en nuestras actitudes, en nuestro intelecto, en nuestra comprensión; la compañía que brindamos, las personas que aceptamos, las diferencias que salvamos. Eso es lo cierto, esa es la verdad, eso es lo sublime, lo espiritual, lo tan sagrado que cada uno de nosotros anhela en el fondo de su corazón. ¿De qué va a servir lo que hagamos? Dios está ahí, para hacer y deshacer, para moldearnos.
Y yo soy agradecido de que nuestro creador me dé este conocimiento, que no es menos. Gracias a Dios que me da este mensaje para que lo comunique. Gracias porque así él manifiesta que está aquí, que es presente en este mundo. Y me dio estas manos para que yo pueda darles a ustedes este mensaje. Estas manos que son como súper-herramientas. Que me las ensucio, me las rompo, las arreglo, las lavo y las reinvento día a día. Gracias a ustedes. Dios me da este mensaje para que lo comparta con ustedes.
Cada uno de ustedes es importante. Cada uno de ustedes vale la pena. Y por ustedes yo me levanto cada día y hago algo. Por ustedes decido hacer y no quedarme esperando. Porque ustedes valen. Ustedes, cada uno de ustedes. Las personas de mi vida, mis amigos, mis familiares, mis allegados, los desconocidos que encuentro día a día... Ustedes son la razón por que Dios me da este mensaje para convidarles.
Mi vida vale poco, es poco. No es nada que otros no hayan hecho. No voy a hacer nada que ya no esté hecho, que no sea parte del plan de Dios y que esté por él ya pensado. No voy a hacer nada grandioso que otros hombres no hayan hecho. Y eso es necesario que ustedes lo sepan. Y que a través de estas palabras, se encuentren consigo mismos en esta propia pequeñez que es mía y que también es suya. Y sólo así, ante la grandeza de Dios, juntos, nos haremos grandes con él que es grande.
Lo lamento por los de ustedes que teman a Dios o no lo acepten en su corazón, porque de verdad es él el que los llama a través de estas palabras. Él me consigna a través de todas las tribulaciones de mi vida a convidarles con mi humildad y demostrarles mi debilidad, que no soy omnipotente; que tal vez hago mucho, pero es poco; y que lo que podría no lo puedo. Porque así él lo quiso y así lo quiere; para que no me gloríe de mí, sino de él. Es verdad que lo que hago no es grandioso; y no podría engañarlos de lo contrario. Él me quita la máscara y les enseña detrás del velo la persona débil e insignificante que soy, cuánto me rindo y cuánto fallo cuando no me rindo.
Si he hecho cosas que otras personas no han hecho es sólo porque he estado en el sitio y el momento en que ninguna otra persona estaba en mi lugar. Y hay, de hecho, personas que han hecho, que hacen y que están haciendo cosas grandiosas y que yo no he hecho ni estoy haciendo ni podría hacer.
Y mi mayor deseo es que este universo de Dios en el que me veo envuelto, me acerque a esas personas, me siga encontrando con personas magníficas y que tenga la oportunidad de ver mucho más. Y eso, espero, que sea el deseo de ustedes también.

Matías Pablo Echevarría
2017

jueves, 4 de mayo de 2017

Busco una mujer

Chile, Santiago de Chile
Rey Cristian 3908, Providencia
3 de Mayo de 2.017 23:30 hs.

BUSCO UNA MUJER
Experimento literario


Me senté en una silla
Y tomé mis sienes con la mano
Y Lloré en silencio

Quiero hablar de lo que sucede cuando nuestro tiempo se nos escapa, de lo que hace nuestra mente, lo que pasa con nuestro cuerpo, con nuestro espíritu, nuestra vida… Ya no sé. Hablo de mí. No de ustedes.

Busco una mujer
Que me deslumbre
Por sus hechos
O su carácter o su inteligencia

Busco una mujer que me acompañe
Que me suma en nuevos sueños
Una que me traiga nuevos retos
Que me ayude a vencer

Será la que me ayude
A ser mejor

-Yo creía que de esto podía salir algo bueno. Tantos días pensando, maquinando… Guardando en mi interior todos estos textos. Que permanecen. Que se esfuman. Y no sé si quiero. Pero sé que no quiero escribirlos. Y luego surgen las personas. Ustedes, que quieren leerlos. ¿Quiénes son ustedes? Respóndanme. Escríbanme una carta. Un mensaje. Ustedes. Por ustedes hago esto. Llámenme. Díganme “escritor, queremos saber más”, “escritor, queremos escucharte”.

El que era yo se sentó en la silla
Amargamente
Soltó sus sentimientos
Y afloraron lágrimas

Yo quiero decirles lo siguiente que pensé mientras estaba en una plaza, la plaza Río de Janeiro, donde hay una estatuilla como esas que hay en la Isla de Pascua. Que andá a saber si la hicieron a imagen o semejanza… O se la robaron de la isla… Estos chilenos…
Miren, lo que pensé y quiero decirles, es que miren… Si tenemos para aprender de los niños. Los adultos estamos locos, muy locos, muy equivocados. Con nuestra ambición y nuestros deseos desbocados. Y nuestro fanatismo por el orden. Ustedes fíjense… Fíjense si los niños no saben… Que uno, a un niño, cuando quiere algo… Lo que sea… Póngale una comida, un postre, un juguete… Lo que sea… Usted entre en mi sintonía… Uno le quita eso… El niño se lo pide y uno no se lo da… El niño, en su impotencia, hace un berrinche… Grita, pelea, golpea, se revuelca, corre, grita más… Ya… Entonces pasa un rato. Y uno le da al niño eso que quería. Pero el niño no lo quiere más. Incluso lo niega. Lo patea. Lo aleja de sí. En última instancia lo destruye. Lo rompe. Lo golpea contra el piso. Lo arroja lejos… Y nosotros los adultos decimos “Es un capricho”… Y en realidad, el niño, sabe mejor lo que quiere que nosotros. Porque lo ve, está a su alcance, quiere conseguirlo… ¡Y lo quiere ahora! Si no se lo damos, el niño lo aborrece. Porque el niño… El niño… El niño sabe cuánto vale el tiempo y sabe (sí, sabe; sabe perfectamente), sabe cuándo es ahora.

Y las que se fueron ya no son
¿Qué será de ellas?
¿Qué será de mí?
Ya no sé
Ya no saben
He de olvidarlas ya
Como esta poesía que iba a escribir
Que ya no es
Esta poesía que se llamaba
Busco una mujer

Y entonces me rebelo. Contra mí mismo. Contra ustedes que me leen. ¿Qué iban a leer? ¿Qué es, qué será esto?

Rompí a llorar
Sentado en una silla
En la cocina
Pero en silencio

Y yo me pregunto, todo lo fuerte que quiero ser; todo lo grande que quiero ser; todo lo más, lo mejor, lo único, lo asimilable a Dios que quiero ser… Todo eso, ¿Dónde va a quedar? Porque la verdad estoy harto de hablar de ese tema del dinero. Estoy cansado de la plata. Pero de no tenerla, la verdad. –Miren, no los voy a escuchar más a ustedes, todos los secos que me dicen lo que no quiero escuchar acerca del dinero. ¡Lárguenme un billete y no me jodan más!-
Es que, la verdad, la comida que no me coma hoy… Voy a  llegar a los treinta años ya no me va a servir. Ya me voy a haber gastado el tiempo. Ya lo que no comí no lo voy a poder comer. Lo que no crecí no lo voy a poder crecer. Lo que no me hice fuerte… Lo que no pude levantar a esa mujer con una sola mano sobre mi cabeza… Sí, yo le quería demostrar a la mujer que me gustaba que era muy fuerte… Pero no era tanto… ¿Cómo la iba a defender?

Y encontrar que
Todo esto
Es como una espiral
Y voy a sostenerlo

Me caigo en picado sobre mí
Es un abismo
El que me encuentra
Y despertar

En este mundo
Para llegar tarde a la meta
Y descubrir
Que Dios me está mirando

Ahí fijo
Me está mirando
Y me dice:
Dejate llevar

Porque llegué tarde a la meta
Y fue la mar de las desilusiones
Y encontré

Que había vivido toda una vida
Toda mal
Y sólo me quedó morir
Y morí

Para descubrir
Que mi señor me ofrecía
Volver
A vivir
La misma vida
Exactamente igual
Otra vez

Matías Pablo Echevarría
2.017
En mi laptop Acer Aspire One

jueves, 20 de abril de 2017

Viernes Santo

Rey Cristián 3908, Santiago de Chile
Providencia
Jueves, 20 de Abril de 2.017

Viernes Santo

En Viernes Santo tuve día libre. Y salí a caminar por Santiago. Es bello Santiago de Chile; es una ciudad que me gusta mucho a pesar del poco aprecio que le tienen los santiaguinos.
Me fui caminando desde la casa donde alquilo una habitación, hasta el centro, dando una vuelta por el Parque Baquedano, Agustinas, Merced, La Alameda… Mucho para ver… Y aún más para gastar.
Mientras caminaba solo, reflexionaba acerca de mi nueva vida en Chile. Del camino que recorrí para llegar hasta aquí. Del tiempo que pasé los últimos años en mi ciudad, el trabajo, mi sustentabilidad personal… Sí, pienso muchísimo en el dinero. No es una obsesión; no es un deseo. Es una necesidad. Una gran parte de mi día hago cálculos matemáticos y cuentas en los adentros de mi mente. Pienso en porcentajes. El monto que cobro mensual por trabajar. Cuánto es el equivalente diario. Cuánto dinero pierdo si falto un día al trabajo. Cuánto sale el combustible en la gasolinera más cercana al trabajo. Cuánto me ahorro en un tanque lleno si cargo ahí en lugar de en Santiago. Que cuánto cuesta el combustible diario que utilizo para llegar a Peñaflor a trabajar. Que cuánto será a fin de mes. Que si debo pedir un bono de combustible. Que cuánto puedo ahorrar mensualmente sin escatimar el resto de los gastos básicos de mi vida. A ese ritmo que cuánto tardaré en comprarme una moto mejor. Que cuántos dólares son un millón de pesos chilenos. Que cuánto está el cambio. Que cuánto voy a gastar cuando cambie la transmisión de la moto. Qué cuánto me va a costar el aceite de motor cuando toque el cambio. Que cuántos días me va a durar el aceite si hay que cambiarlo cada tres mil kilómetros y hago aproximadamente ciento veinte diarios para llegar al trabajo y volver a la casa. Qué cuánto será el gasto mensual del vehículo. Que en una concesionaria Honda sale diez lucas, pero en la Yamaha sale ocho; pero en Lira puedo encontrar varios precios, pero ninguno muy por debajo de las ocho lucas.
No me gusta para nada. Es duro estar todo el tiempo pensando esas cuestiones. No lo hago por deseo. Es por necesidad. Pero yo puedo soportarlo. Más vale que va a seguir habiendo gente que me diga que está mal, que deje de pensar esas cosas, que son el motivo de mi desdicha. Pero la verdad que aprendí a la fuerza es que si no me preocupo del dinero, termino perdiéndolo, pagando más caro, con más necesidad, haciendo cosas peligrosas, descuidando normas de seguridad, descuidando mi salud física y mental… Y en fin, que mi desdicha aumenta si no soy receloso del dinero que gano y de mis gastos. Y lo digo porque es verdad. ¿Cómo no se los voy a decir? Si se los estoy contando para darles una mano.
Este texto está dedicado para mis amigos. Y para toda la gente que estoy conociendo aquí en Chile. Gente trabajadora la mayoría. Los que más precio yo. Aquí quiero contarles las cosas que veo por donde paso y lo que yo personalmente pienso sobre ello en este momento de mi vida y bajo las circunstancias en que vivo.
En Viernes Santo voy caminando por Santiago y de cada diez locales, nueve están cerrados. Hoy no se trabaja acá. Qué diferencia con Argentina. Semana Santa, tremenda oportunidad de vender para los comerciantes ¿Quién va a cerrar allá?
Santiago es rico. Muy rico. Bueno… Sobre todo la zona por la que camino en Viernes Santo. Hay autos importadísimos. Más que caros. Edificios, casas hermosas. Hay trabajo. Menúes de treinta lucas. Hay ropa preciosa. Zapatos de cuero. Bueno… ¿qué más decir? De todo lo que se pueda comprar y consumir.
Pienso qué diferencia de esa Semana Santa hace cuatro años cuando estaba escribiendo mi primer libro. Pienso qué diferencia ahora que tengo la heladera llena, la alacena llena, con el esfuerzo de mis manos, con las quemaduras que llevo en mis dedos y en mis brazos. Con los tratos que soporto y lo mucho que amo el trabajo que hago; y el orgullo que me inspira. Qué diferencia de esa semana santa en la que amanecía en el quincho de casa de mis padres, por la piedad de mi mamá. Después de que Sergio que era mi amigo me hiciera robar mi moto con la que me movía y trabajaba. Después de chocar el auto de mi papá, de haber vendido la Ninja dos cincuenta que nunca armé, de haber entregado la plata para arreglar el auto. Después de haber perdido toda ilusión de viajar a Estados Unidos, de formar una pareja con Mónica… Esa Semana Santa iba al Luciana, al almacén del barrio a comprar pan y vino. Y ese era mi almuerzo, exiliado, mientras mi viejo almorzaba en la casa. Y comiendo pan y tomando vino pensaba en Cristo. Estaba comiendo de su cuerpo, bebiendo de su sangre.
Qué diferencia de ese gran abandono que había sentido con esta sensación que me invadía en esta Pascua.
Pensaba en el camino que recorrí para llegar a Chile. Del portaequipajes monstruoso que me construí y que nadie creyó que fuese a resultar. Estaban todos a la expectativa de que falle, de que me accidente, de que tenga que renunciar. Y yo no di el brazo a torcer y aquí llegué.
Pensaba en la fuerza de voluntad que me hice. Pensaba que me hice fuerte. De cuerpo y de mente. Para afrontarlo todo. Para resistir y salir adelante. Y Pensaba a toda la gente que dejé en el camino. Todas las veces que lo intenté y fallé. En formar una pareja, en sacar a un amigo de una adicción, en motivar a un deportista… Todas esas personas para mí tienen un nombre, una historia, son personas reales, vivas, no son objetos, no son seres que estuvieron ahí para acompañarme y se extinguieron. Allí están, con sus historias, con sus nuevos triunfos y derrotas. Pero yo no estoy allí con esas personas.
Y pensaba que quién me envió a hacerme fuerte, a sobrepasar todas esas dificultades. A hacerme este hombre nuevo que puede afrontarlo todo hasta la muerte sin rendirse. Pensaba que en otro tiempo despreciaba el dinero y las cosas que se podían comprar con él. Que temía tener cosas porque entonces una mujer se iba a fijar en mí por lo que tenía y no por lo que soy, y cuando no tuviese más, me iba a dejar. Y todo eso pude vencerlo. Mis miedos los superé.
Y mientras paseaba por Santiago, miraba los autos que tienen las personas, y los departamentos de los edificios y los patios bellos. Y pensaba si yo podía tener algo de eso. ¡Claro que puedo! Estoy trabajando. Me mantengo solo. Tengo habilidad para el trabajo. Puedo hacer cosas que otros no pueden. Me hice un hombre recto y preocupado, de buenas intenciones. Por supuesto que puedo tener eso y mucho más. Qué cuánto sale un departamento, cien millones… Y yo puedo ahorrar cien mil en un mes. Sí, ¡Igual puedo!. Voy  a ganar más. Voy a trabajar más. Voy a cobrar más. Yo lo quiero. Quiero el auto. Quiero la casa. Quiero la vida ordenada. Quiero las vacaciones. Quiero la mujer fiel. Y puedo. ¡Por supuesto que puedo! Necesito paciencia y la tengo. Necesito resistir y sí puedo resistir. Todo eso está ahí. Vean a esa gente que lo tiene. ¿En qué son diferentes de mí?. Yo puedo. No soy menos persona que esas personas que tienen esas cosas. No voy a sentirme inferior. No sería inteligente. Yo sí puedo.
Y ese es mi mensaje para todos ustedes. Ustedes pueden. Háganse fuertes. Soporten la soledad. Controlen sus pensamientos. Persigan sus sueños. Van a poder. Sin duda. Sean pacientes con las personas negativas. Sepan hacer oídos sordos de las malas críticas. Vean a las personas a los ojos y con el corazón que no van a fallar.

Yo estoy acá. Estoy solo, estoy en la mía. Pero estoy con ustedes. Y esto lo hago porque los quiero. Porque puedo y me esfuerzo por hacerlo y porque sí vale la pena. Porque a alguno de ustedes estas palabras ahora le están quitando el peso de su soledad y lo están llenando de esta fortaleza y este amor infinito que yo siento. Se puede confiar en las personas. Se puede salir adelante. Se puede superar lo malo y lo difícil. Todo esto es cierto. Y yo quería contárselos. Aquí lo tienen.

Matías Pablo Echevarría
2017

miércoles, 19 de abril de 2017

Besos Robados

Rey Cristián 3908, Santiago de Chile,
Providencia
Miércoles 19 de Abril de 2017
(Día del censo)
BESOS ROBADOS
Para mis amigos que más lo han intentado
con todas las mujeres que han entrado en sus vidas

Tengo un paquete de besos robados
Que encontré de oferta
Un paquete de besos robados que me adueñé
Y que he consumado

Tengo un paquete de besos robados que no regalo
Que te aconsejo
Si te ofrecen
No hagas caso de ellos

Los he consumado
Besos con sabor a poco
Labios de renuencia
Que tiemblan con besos robados

Galanteríos baratos encuentran consuelo
En labios suaves
Y dejan un vacío
Para los besos robados

Rostros que rehuyen el enfrentamiento
En mi paquete de besos robados
Besos tomados
Besos arrebatados

Con las copas se aflojan  los besos robados
Y los rostros se acercan
Y las sonrisas afloran
Y las soledades se encuentran

Me dejaron anonadado los besos robados
Besos con regusto amargo
Besos quitados de otros labios
A los que no llegaron

Besos confusos
En labios confundidos
Que se entregan
A lo desconocido

Bella aventura de besos robados
Con sabor de despedida
Con sensación de culpa
Con seguridad de nunca haberse encontrado

Tengo un paquete de besos robados
Sólo me ha quedado el envase
Ya los besos los he consumado
Y una leyenda en el sobre: fecha de caducidad

Tengo un paquete de besos robados
Un paquete vacío
Que me dejó con gusto a nada
Y no te recomiendo, no los regalo

Matías Pablo Echevarría

2017