Martes, 24 de Septiembre de 2.013 - 00:55 hs.
"Si me internan, que me pongan camisa de fuerza y me tiren en un cuarto acolchado, así es más divertido". A la clínica seguro entro gritando eso.
Está Doce Monos, esa es una buena película de locos. Pero la más grande película de locos está en mi cabeza. ¿Y los locos que andan sueltos? Están los abogados locos, los ingenieros locos, los indigentes locos; los locos que apresan a locos sufridos... Y están los que leen el "Elogio de la locura", como Leo; que encima de loco es gay.
A veces me llaman loco, algunas veces me siento loco. Tengo guardado el cuadernillo de la locura. Algunos proponen locuras como el análisis de las letras. ¡Qué loco que ningún argentino haya ganado un Premio Nobel de Literatura! Alfred Nobel sí que era un tipo bien loco; un loco piromaníaco. Bien peligroso ese loco.
Hay una definición muy popularmente extendida que deja entrever que la esencia de la locura está en la repetición. Yo me pregunto qué ocurre con la alienación; y con los maquinistas de los trenes. ¿Y el frío qué?
Entonces la repetición genera la técnica y la técnica conlleva a la confianza; la confianza aleja al temor, y en ausencia del temor surge la distracción que es la causa del error humano; o puede ser el desconocimiento; o puede ser la locura.
A quien está deprimido, la locura lo cura. La locura se parece más a la hipomanía; es como una fuerza incontrolable que a uno le recorre la fibra sensible como una chispa por un cable o la combustión por una mecha.
La locura se parece a una falla de la comunicación, lo que es lo mismo que comunicarse con mucha gente o hacerlo en varios idiomas.
Hay locos que no contestan cuando les hablan y hay los locos que contestan fuera de tiempo o dicen frases sin sentido; también están los locos que repiten lo mismo, una y otra vez, o los que fingen no escuchar; hay locos violentos agresivos, hay locos manipuladores; hay ciertos locos olvidadizos...
Yo soporto toda clase de locos. Algunos me hacen callar, otros me gritan; algunos cambian drásticamente de ánimo; otros me roban o me menosprecian o me defraudan o me amenazan o me lastiman. Soporto locos que no comprenden la diferencia de género; locos patriarcales, locas matriarcales. Soporto locas feministas que me llaman machista.
Hay locos drogadictos, locos prohibicionistas. En mi ciudad natal hay muchos locos. En Buenos Aires hay locos de todas las clases y está el Borda que es un hospital de locos.
Siento dolor y es una falta al respeto que me merezco como persona cada vez que me llaman loco.
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